La iguana rosada de Galápagos (Conolophus marthae), una de las especies más raras y amenazadas del planeta, vuelve a dar señales de esperanza tras años sin evidencia de nuevas generaciones. Un reciente hallazgo científico en el volcán Wolf podría ser clave para evitar su extinción.
Ver a una de las especies más amenazadas del mundo ya es un privilegio de pocos. Encontrar a sus crías en libertad es casi un milagro. En la naturaleza, todos los recién nacidos enfrentan enormes desafíos. Muchas especies dependen del camuflaje y de producir numerosas crías para asegurar su continuidad. Las iguanas rosadas no son la excepción. En lugar del distintivo tono rosado con franjas oscuras que caracteriza a los adultos, las crías tienen piel verdosa, salpicada de manchas oscuras que les permite confundirse con el paisaje volcánico.
Aun así, ni su camuflaje ha sido suficiente.
Durante años, depredadores introducidos, como ratas y gatos ferales han destruido nidos y capturado crías antes de que puedan crecer. Sin evidencia de reproducción exitosa, el futuro de la especie, estimada en unos 300 individuos, era incierto.
Todo cambió en 2022. Ese año, por primera vez, se registró la presencia de crías vivas de iguana rosada en su hábitat natural. Fue un punto de inflexión. Nos dio la primera señal clara de que la especie seguía reproduciéndose y que nuestro trabajo estaba funcionando. Luego, en marzo de 2025, nuestros científicos encontraron un juvenil de más de dos kilos. Era la prueba de que al menos algunas crías están sobreviviendo por tiempo más largos.
Y ahora, en nuestra expedición más reciente en mayo pasado, bajo el liderazgo del Dr. Jorge Carrión, nuestro director de conservación, se encontraron dos crías más. Pequeñas, verdes, y muy vivases.
Ya no se trata de hallazgos aislados. Estas nuevas observaciones muestran que la iguana rosada sigue reproduciéndose en la naturaleza. Es una señal positiva de que los esfuerzos de conservación están funcionando.
Desde que fue reconocida como una nueva especie en 2009, la iguana rosada ha capturado la atención de científicos y amantes de la naturaleza. Pero también ha generado preocupación por su estado crítico de amenaza. Es una especie que podría extinguirse sin haber sido plenamente comprendida.
En ese contexto, Galápagos Conservancy asumió el compromiso de apoyar su estudio y protección, en alianza con la Dirección del Parque Nacional Galápagos.
Este extraordinario reptil habita exclusivamente en una franja remota, en lo alto del volcán Wolf, al norte de la isla Isabela. Es un entorno áspero y aislado que ha dificultado durante décadas su monitoreo. Llegar hasta allí implica entre diez y doce horas de caminata, ascendiendo más de 1.700 metros. Pocos lugares en Galápagos representan un reto tan exigente.
Durante años, nuestros equipos, formados por científicos comprometidos, regresaron una y otra vez. Instalaron cámaras, recolectaron muestras genéticas, exploraron zonas de anidación. No había certezas, solo la convicción de que valía la pena seguir intentándo
Hoy, esa convicción empieza a dar resultados. Los hallazgos recientes confirman que hay esperanza para la iguana rosada.
Aunque las amenazas persisten —especialmente por la presencia de gatos ferales—, cada nueva observación refuerza nuestro compromiso. Seguiremos monitoreando, aprendiendo de sus hábitos y actuando con precisión para protegerlas.
La iguana rosada es única. No existe en ningún otro lugar del mundo. Durante años, no supimos si seguía reproduciéndose. Hoy, por fin, tenemos una respuesta: sí. Pero la esperanza necesita aliados.
Salvar esta especie requiere ciencia, colaboración y un compromiso sostenido. Cuando una especie desaparece, se pierde una parte del mundo que no se puede recuperar. Contar esta historia ya es parte de la solución. Mientras más personas sepan lo que está en juego, más cerca estaremos de proteger a la iguana rosada. Podemos sumar apoyando las acciones de conservación, financiando el control de especies invasoras, fortaleciendo la vigilancia en zonas de anidación y promoviendo políticas que pongan en el centro a las especies únicas del planeta.
Estas crías son más que una buena noticia. Representan un nuevo capítulo en la historia de recuperación de esta especie, y nos recuerdan que aún estamos a tiempo de salvar a la iguana rosada.
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