Con apoyo de Galápagos Conservancy, quince mujeres de la isla San Cristóbal transformaron la semilla de una idea en un movimiento que promueve la producción local de alimentos, impulsa la sostenibilidad y fortalece el liderazgo femenino en su comunidad.
Cuando comenzó el proyecto Huertos y Derechos, la mayoría de las participantes tenía poca o ninguna experiencia en agricultura. Pero compartían una visión clara: hacer que su isla sea más autosuficiente y resiliente a través de la producción sostenible de alimentos.
Durante seis meses de trabajo práctico, aprendieron a diseñar y mantener huertos orgánicos familiares adaptados a las condiciones de Galápagos. En total, quince huertos florecieron donde ahora crecen tomates, rábanos, albahaca y pepinos bajo el sol ecuatorial.
Más allá de la cosecha, las mujeres se consolidaron como líderes comunitarias, demostrando que la innovación local puede fortalecer tanto el bienestar social como la sostenibilidad ambiental.
Liderado por la Fundación Ola Igualdad, con apoyo de Galápagos Conservancy, este proyecto demuestra cómo las acciones impulsadas por mujeres pueden generar cambios duraderos y sistémicos en las islas.
La producción de alimentos en Galápagos está limitada por factores como el clima, el suelo y la distancia con el continente. La mayoría de los productos frescos llega por barco, lo que incrementa los costos y crea dependencia externa. Este sistema también aumenta el riesgo de introducir especies invasoras, una de las mayores amenazas para la biodiversidad del archipiélago.
Para estas mujeres emprendedoras, cultivar en casa se convirtió en una estrategia para fortalecer la seguridad alimentaria mientras promovían la salud del suelo, la biodiversidad y la nutrición local.
Cada huerto —ya sea un pequeño invernadero o unas camas de cultivo— representa un paso hacia la independencia, la resiliencia y la sostenibilidad.
El proyecto también adoptó una visión integral de la sostenibilidad que incluye el bienestar y los derechos humanos. A través de talleres, las participantes reflexionaron sobre equidad, liderazgo y el derecho a una vida sostenible, entendiendo que cuidar el entorno también implica cuidarse a sí mismas y a sus familias.
Una de las estrategias más efectivas fue la mentoría entre pares. Las participantes con más experiencia acompañaron a las nuevas, compartiendo conocimientos prácticos y soluciones a los retos del proceso.
Esa red de colaboración sigue viva a través de talleres, visitas de seguimiento e incluso un grupo de WhatsApp donde comparten fotos, técnicas y resultados.
A pesar de los desafíos —lluvias inesperadas, plagas o animales domésticos que afectaron algunos cultivos—, el grupo culminó el proceso con logros visibles: alimentos frescos en sus mesas y un modelo replicable de sostenibilidad comunitaria.
Como parte del Programa de Subvenciones Comunitarias de Galápagos Conservancy, Huertos y Derechos refleja nuestro compromiso con el fortalecimiento del liderazgo local y el impulso de soluciones que nacen desde la comunidad.
Nuestro rol es acompañar, conectar y amplificar proyectos comunitarios que pueden sostenerse de forma independiente a largo plazo.
Al cierre del programa, las participantes ya estaban compartiendo sus conocimientos con otras mujeres y replicando el modelo en comunidades vecinas, haciendo que los huertos —y el aprendizaje— sigan creciendo por toda Galápagos.
La sostenibilidad en Galápagos no solo trata de proteger especies y ecosistemas. También se trata de las personas que lideran soluciones todos los días.
Proyectos como Huertos y Derechos demuestran que invertir en liderazgo local es invertir en el futuro de las islas.
Estas mujeres han demostrado que, con visión, colaboración y oportunidad, el cambio sostenible puede comenzar en casa.
Compartir: